viernes, 7 de junio de 2013

Manifestarse, luchar, ¿sirve?

El siguiente artículo surge de la lectura de la reflexión de Jerónimo a la anterior entrada del blog. Pongo el enlace para que si les apetece lean su texto
 


 
Rosa Parks un día de 1955 se negó a levantarse de su asiento en la guagua (autobús en canario) para dejarlo, como marcaban las normas, a un blanco. La mayoría de la población blanca del sur de EEUU defendía la justeza de la discriminación racial, de que Rosa se levantara y se fuera al fondo del vehículo.
 
Cuando Espartaco, en el 73 a. c., se rebeló junto a otros esclavos constituyendo un ejército que, por la fuerza de las armas, puso en jaque al Imperio Romano, la mayoría de la sociedad romana defendía la justeza de la esclavitud.
 
Cuando en 1789 se produce la Revolución Francesa, que marca el inicio de la contemporaneidad, revolución parida (al igual que la norteamericana de 1776) por la Ilustración y la burguesía y a cuyo carro se subieron las clases populares urbanas (sans-culottes), la mayoría de la población francesa –como en toda Europa- era campesina, aproximadamente el 80%. Esos campesinos, en buena medida, apoyaban la estructura social vigente, aunque fuera contra sus propios intereses. Además tiene enorme lógica, eran seres explotados, analfabetos (lo era el 90% de la población), con una visión del mundo recibida a través del oscurantismo eclesial y que ellos percibían, desde la cuna a la tumba, como el “orden natural” de las cosas. O sea, la revolución francesa fue obra de minorías intelectuales y urbanas. La mayoría habría seguido con su cotidianidad tal y como estaban, acaso quizás con alguna revuelta campesina puntual fruto de las hambrunas.
 
En 1917 se produce la principal revolución del siglo XX: la rusa. Rusia, al igual que Francia en el siglo XVIII, era un país semifeudal y con una clase obrera escasa y concentrada en San Petersburgo y en Moscú. Esa revolución que marca sin ningún genero de dudas el devenir del siglo XX –son los comunistas rusos quiénes aplastan al nazismo, hazañas bélicas hollywoodenses aparte-, fue en sus inicios una acción de una minoría muy concienciada, una minoría en lucha por los intereses de la mayoría, que quería transformar la historia  creando el primer estado obrero. Podían ganar o perder. Muchos sabían que probablemente, aunque se consiguieran los objetivos, ellos perderían. Me refiero a los que iban a morir en el conflicto. Espartaco y sus correligionarios o los negros cimarrones americanos podían haber seguido con sus vidas, millones de esclavos y desposeídos lo han hecho a lo largo de la historia, y lo seguirán haciendo, sin mover un músculo. Nuestro primer instinto es el de conservación y eso conlleva adaptarnos al medio natural y también al social. Nuestra especie ha sufrido desde siempre. Pero siempre, siempre, queremos vivir. Seguro que el esclavo, dentro de su cosificación, de su malestar perenne, buscaba los breves momentos de dicha: la risa y el amor. Cada individuo de un grupo que se ha rebelado contra un orden social injusto y violento, más allá de emotivas y necesarias  frases del tipo: “más vale morir de pie que vivir de rodillas”,  tenía mucho que perder, aunque viviera en la pobreza y la humillación: su vida, única e intransferible, la vida del ser que sabe que nace y muere. Espartaco fue derrotado. Él y sus compañeros fueron crucificados a lo largo de un trecho de la Vía Apia. Apostaron al todo o nada y salió nada para ellos y todo para la dignidad, tan vaporosa como necesaria, de los oprimidos de cualquier época.
 
Las élites dominantes no sólo han tenido el dominio económico, han poseído, lo que a mí me parece aún más básico, el dominio de las ideas, han hecho que los oprimidos vean el mundo con el color de sus lentes en cada momento histórico. Y son pequeños grupos, que aspiran a ser mayoría, los que combaten esa visión que anega el cuerpo social, los que inician la lucha por la transformación, contra la inmutabilidad, contra el injusto “sentido común” de cada época, que es sólo un reflejo de la ideología dominante.
 
El proletariado europeo del siglo XIX, nacido de la primera revolución industrial sin más derecho que el de caerse muerto y ser suplido por otro, a base de enfrentamientos con la policía o el ejército en barricadas, huelgas o manifestaciones, muchas veces tan cargadas de razones como de ira y violencia, consiguió trabajar menos horas, acceder a seguros sociales (el conservador Bismarck fue el primero que implantó la seguridad social en Alemania por la potencia del movimiento obrero de ese país), eliminar el trabajo fabril de los niños, el sufragio universal, etc. O sea consiguió que los parlamentos aprobaran leyes que aliviaban la situación de los trabajadores. No se derribaba del poder a la burguesía, pero se arrancaban concesiones (en este sentido a los trabajadores de Europa Occidental la existencia del bloque socialista tras la 2º Guerra Mundial les vino muy bien).
 
La Plataforma Antidesahucios (PAH) ha sido un ejemplo de combinar lucha en las instituciones (recogida de más de un millón y medio de firmas) con la lucha en la calle. Y sus luchas en la calle nos han enseñado algo muy interesante, cuando la pelea adopta formas más “agresivas” o contundentes, pues en vez de circular por los “desfiladeros” de rigor se acercan a ponerle pegatinas en la puerta al diputado X, los dueños de la imprenta, los oligarcas, ponen en marcha todo su fuego mediático para fusilar nuestras mentes con balas de gran calibre: violentos, amigos de terroristas, nazis. Estos tres términos publicados en la prensa española buscan criminalizar a la PAH y avisar a navegantes con la tentación de descarrilar. Lo lamentable es que suelen tener éxito en su objetivo: cortocircuitar el pensamiento con palabras tabú.
 
La violencia o la algarada son indeseables. Pero tengamos claro que si  en un panorama general de recortes aumenta el dinero para material antidisturbios es porque ellos saben, mejor que nosotros incluso, que hay razones para el disturbio, para la algarada. Por cierto el material antidisturbios no es para perseguir delincuentes comunes o banqueros ladrones. El estado tiene el monopolio de la violencia. Cierto. Y la burguesía tiene el monopolio del estado y por lo tanto de la violencia. Si ese monopolio estuviera en vías de cambiar de manos usarían cualquier medio para tratar de impedirlo. Incluso utilizar el ejército, que no es neutral cuando el dominio de clase está en juego (sucedió en el 36, en Chile en el 73). En España las urnas se guardaron 40 años y se abrieron tras un pacto con rey, bandera y clase dominante franquista como ejes intocables y acorazados de la reinstaurada democracia.
 
Me hago la siguiente pregunta: ¿si un país europeo a través de las urnas diera un giro radical hacia una sociedad socialista, se le dejaría recorrer ese camino en paz?
 
Luchar, en mi opinión siempre sirve, aprendamos del enemigo de clase, cuando sus privilegios están en peligro luchan con denuedo, nos odian con pasión. Aprendamos nosotros a odiar lo que ellos simbolizan, lo que no implica combatirlos ciegamente. El antropólogo Manuel Delgado dijo en la radio en una ocasión que el verdadero motor de la historia es el odio, no el amor. El odio que sintió Rosa Parks a levantarse del asiento e irse al fondo de la guagua es el germen de los cambios sociales.
 
Para acabar haré una breve consideración sobre el estado de derecho.
 
El estado de derecho, plasmado en la constitución, dice que en España cualquier persona tiene derecho a la vivienda (que se lo digan a cualquiera de los miles de desahuciados), a la educación (que se lo digan a los estudiantes universitarios que han tenido que dejar sus estudios por impago de tasas), a la sanidad (que se lo digan a la familia del inmigrante muerto en Baleares de tuberculosis). ¿Qué grado de aplicación tiene el estado de derecho en un estado que no garantiza a parte de sus habitantes los derechos antes mencionados? Algún revolucionario (creo que fue el Che) dijo, con pleno acierto (véase EEUU), que el poder está en la punta del fusil. En el capitalismo el derecho está, en buena medida, en el volumen de la billetera. Cierto es que este artículo no aparece en ninguna constitución.
 
 
 

5 comentarios:

  1. Con tu permiso, lo voy a pasar a facebook.

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    1. Molón Suave, tienes mi permiso y mi agradecimiento. Gracias.

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  2. Una gran verdad la que expones aquí. Tan grande como la ignorancia que aún gobierna al pueblo de esta Península Ibérica. La mayoría permite seguir siendo engañado por los que realmente gobiernan el mundo y aceptan las excusas que les dan y los improperios a quienes no la admiten por desconocimiento. Esa revolución de los franceses o de los rusos supuso un cambio de mentalidad. Habrá que buscar un nuevo cambio, y es muy posible, aunque algunos no crean que así será, que el resultado sea otra revolución, porque el pueblo es el que siempre decide, pese a quien pese, y la dirección va por el camino adecuado. No cabe otra. Gran artículo el tuyo; enhorabuena, y mi gratitud por compartir.

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  3. Unas reflexiones preliminares:
    La vida es una constante lucha. Y la vida humana una lucha constane por la supervivencia. Y para ella es imprescindible lo más humano, lo que nos hace humanos: la conciencia. Así que es importante manifestarse y es importante la lucha. Cualquier persona que quiera transformar el mundo social y conservar el mundo natural para su posibilidad debe partir de esos principios. Ahora bien, esto no quiere decir que cualquier manifestación sea util. Las ideas se convierten en armas cargadas de futuro cuando siendo correctas y adecuadas al fin son adoptadas por mayorias sociales, y así se convierten en una fuerza material, y dejan de ser sólo una razón teórica.

    ¿ Es posible el socialismo en un país de la Unión Europea de forma aíslada? Pienso que no. Y no son necesarios los ejercitos. La propia dinámica económica, la globalización y la dependencia de los pueblos para la producción material, la producción de los medios de producción y los medios de consumo, hacen que el socialismo no sea posible en un pequeño estado aislado. Por lo menos un socialismo rico, donde los individuos socialistas tengan las condiciones para una vida plena.
    Para terminar una cita de Hegel,. Se encuentra en su obra la Fenomenologia del Espiritu: "La impaciencia se empeña en lo imposible, llegar al fin sin losmedios". Y para llegar al socialismo desarrollado, como medios son necesarios el pider poñlítico y el poder legislativo de las fuerzas sociales que quieran el socialismo. Y las "vanguardias ideológicas" debeían tener claro esta premisa. Las condiciones objetivas del socialismo son. El socialismo es en parte. Sin embargo el deseo del socialismo no es mayoritario. Quizas tengan que ver algo en esto las vanguardias ideológicas.
    Saludos cordiales.
    Jerónimo.

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  4. Estimado don Pepe Juan, le adjunto comentario de una alumna de 2º bachillerato del IES Pérez Galdós, a ella le fue imposible subirlo. Su nombre, Uma.
    Helo aquí:

    "Por supuesto que siempre debemos luchar. Como dice la película “Little miss sunshine”, el fracasado es aquel que ni siquiera lo intenta por miedo a caer. En cualquiera de los casos que presentas, aun habiendo muerto, jamás perdieron. Todo lo contrario. Enterraron esa semilla en las cabezas de la población, que poco a poco fue revelando la verdadera realidad. Por muchos golpes, humillación, marginación, o incluso a pesar de haber muerto aparentemente sin llegar a ningún fin, son los líderes del progreso. Un líder pleno no es aquel que ejerce su poder sobre el resto, sino a quien todos siguen siendo conscientes de su total libertad. Indiscutiblemente, ellos lo fueron. Cerraron la puerta al sufrimiento, dieron la espalda a la opresión y actuaron llevando la bandera de la valentía, la justicia y la dignidad. Como dijo en una ocasión Jean Marie Muller “el gobierno queda fácilmente desarmado frente a ciudadanos decididos a no someterse”.
    Sin embargo, luchar no debe ir de la mano con la violencia. Voltaire decía que se había hecho la historia de los reyes, no del ser humano. Por mi parte, diría que solo se ha hecho la historia de las violencias. La misma separación en las etapas históricas lo demuestra: comienzo de la edad Moderna con el descubrimiento (más bien colonización) de América –violencia-, edad contemporánea iniciada por la Revolución Francesa –violencia-, y antes, durante y después de todos ellas solo encontramos más guerras, más sangre, más retroceso. Puede ser que estos actos salvajes obtuviesen buenos resultados, pero solo momentáneos. Ningún sistema que haya sido conseguido por los raíles de la violencia ha perdurado en el tiempo: siempre surge la voz del maltratado para eliminarlo. De acuerdo con Kant, el fin no justifica los medios: la meta conseguida a través de estos sucios medios, quedará siempre contaminada por la violencia. Ya es hora de aprender de nuestros errores, de nuestra historia, y dejar de contemplarlos y copiarlos pensando que algún día algo cambiará. Cambiemos nosotros. Ya es hora de aplicar otra fórmula si queremos obtener distinto resultado. Ya es hora de que demostremos que no somos animales (de los que tanto presumimos superar) y que somos capaces de tachar la violencia incluso de como último recurso, empleando el verdadero poder de la razón para ganar. Ya es hora de pensar."

    Adjunto también un afectuoso abrazo

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