jueves, 5 de septiembre de 2013

El SAT tira del carro

La acción del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), llevándose diez carritos con material escolar de una gran superficie de Sevilla, tiene una virtud: genera polémica, debate en la sociedad, y se aparta, sin negarlas, de las acciones reivindicativas clásicas del sindicalismo, como son la manifestación (convertida casi en una liturgia de la que suelo ser feligrés) y la huelga (usada, por la precariedad laboral, salarial y de conciencia, cada vez con más renuencia).
El SAT utiliza el término expropiar para denominar su acción. Otra gente habla de robo o hurto (a partir de 400 euros , el hurto se transforma en robo). El acto es el mismo lo llamemos de una manera u otra, pero su significación, e incluso su prestigio, es diferente. Si nos ponemos legalistas queda claro que una expropiación no es. Quién tiene la potestad de expropiar es el estado. Y no me refiero al estado español en concreto. Todo estado, sea cuál sea su carácter, se reserva esa potestad. Por eso no es baladí en manos de quién esta la maquinaria estatal. La II República, acometiendo la Ley de Reforma Agraria, que cuestionaba la secular propiedad de la tierra de los grandes latifundistas, llevó a cabo un intento expropiador y, todo sea dicho, se busco un enemigo brutal y dispuesto a desangrar el país, como demostró el golpe fascista del 36. La expropiación suele conllevar una compensación económica (creo que en términos jurídicos se llama justiprecio). No niego que eso deba ser así en muchos casos. Pero si se expropia alguien que ha acumulado enormes masas de capital y propiedades durante décadas a costa de la sobreexplotación de los trabajadores, ¿También habría que indemnizarlo?
Permítanme un inciso acerca de la sobreexplotación. Titular de El País hace unas semanas: Servir mesas 12 horas al día por 500 euros al mes. Subtítulo: El turismo ofrece un leve respiro al desempleo, pero camufla prácticas que rozan la explotación laboral. Para el periódico progresista El País trabajar 60 horas por 500 euros sólo roza la explotación laboral.
Prosigo. Cuando iniciaba este blog, hace un par de años, dediqué uno de los primeros textos, muy breve,  a Berlusconi y las 20 casas (o mansiones) de las que, irónico, alardeaba ser propietario en una sesión del parlamento italiano. http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2011/07/20-casas-o-aunque-no-lo-parezca.html Me preguntaba si es lícito tener 20 casas. ¿Quién necesita veinte casas? ¿Cuánta gente habrá, especialmente jóvenes, penando por acceder a una vivienda en Italia? Se cuestiona poquísimo el derecho infinito a la propiedad. Consideramos este derecho sacrosanto. Una de las principales formas de demonizar el concepto comunismo ha sido, y es, inculcándole a la gente que no va a poder tener nada de su propiedad. Que absolutamente todo será colectivo. Es ilustrativa de este pensamiento una escena de la película de Woody Allen "A Roma con amor". Éste, mientras viaja en avión a Roma para conocer a su futuro yerno, chico de ideas esquemáticamente izquierdistas, le dice a su mujer lo siguiente: "Nunca he podido ser comunista, la idea de compartir baño con otros me horroriza". A mí también me horroriza Woody, soy tiquismiquis. Pero el socialismo o el comunismo no implica, necesariamente, compartir baño, como el capitalismo tampoco implica tener baño individual seguro. Poco antes del Mundial de Sudáfrica un programa de televisión mostró los poblados chabolistas (de negros, por supuesto). Los baños, a la intemperie y de plástico, eran igualitos a los que se ponen cuando hay multitudinarios actos festivos. En un país que gastaba una millonada en organizar un evento deportivo, miles de personas tenían que salir a la calle para realizar sus necesidades fisiológicas más primarias.
Cuando algunos defendemos la acción propagandística y robinhoodiana del SAT (robo, hurto, sustracción, díganlo como quieran), la respuesta suele ser la siguiente: "Pues ahora yo entro en tu casa y me llevo lo que quiera". ¿Nadie se para a pensar que el sindicato que dirige Cañamero no ha entrado acoger el material escolar en la papelería de la esquina del pequeño empresario? El SAT actúa en las instalaciones de una gran multinacional que gana muchísimo dinero. Mi casa, el dueño del negocio de la esquina que le "echa" un montón de horas y el gigante que vende de todo, son magnitudes incomparables. La simpatía hacia el intrépido Robín de los Bosques, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, esta hoy más justificada que nunca. Nos llevan de cabeza al Medievo, a la servidumbre.
Ahora viene un segundo acto: la criminalización por parte del gobierno. La gran superficie no ha denunciado. ¿Si en mi casa entra alguien, se lleva este ordenador y yo no denuncio, lo buscarán? El Ministerio del Interior ha actuado de oficio. Gran celeridad. La tortuga estatal torna en liebre cuando se trata de perseguir a "los de abajo" (término que últimamente ha generado cierta polémica entre intelectuales de la izquierda transformadora). En el país del PP de Bárcenas, del yerno del rey prestamista, de los ERES andaluces; en el país donde el gobierno ha reconocido que decenas de miles de millones que salvaron  a la banca privada nunca se recuperarán, en ese idílico país donde en agosto bajó el paro en 31 personas, donde los derechos laborales pronto se exhibirán en el museo de las especies extinguidas; en ese país podemos respira aliviados, ya están identificados los 34 peligrosos émulos de bandolero. Y en mi referencia al peligro hay la ironía justa. El poder sabe que debe actuar de manera contundente. Teme, quizás sin motivo, al desencauce de las protestas.

1 comentario:

  1. Luchar por el Socialismo, o por el Comunismo, no supone luchar por la abolición de la explotación de los trabajadores. La lucha consiste en quién se tiene que apropiar el producto del trabajo explotado. Los defensores del capitalismo afirman que el nuevo trabajo creado y no remunerado debe pertenecer al propietario de los medios de producción, lo que supone decir a los propietarios de los medios de vida de los muchos, de los que no tienen ni medios de vida, slvo su trabajo, ni medios de producción. Y los capitalistas luchan por aumentar el grado de explotación y por que no existan límites a la riqueza personal. Que no hayan límites al trabajo social que se pueda apropiar una persona.

    Siempre habrán nuevas necesidades. Siempre habrán personas que no puedan trabajar. Y estas personas siempre tendran necesidades que satisfacer. Así que en las sociedades del futuro los trabajadores tendrán necesariamente que ser explotados. Otra cosa es la magnitud de la explotación. Y los defensores del socialismo defendemos que el producto de la explotación de los trabajadores pertenezca a los trabajadores que lo crean y al conjunto de la sociedad. Y que la magnitud de la explotación tenga un límite, y que ese límite permita el pleno desarrollo de la individualidad. También los socialistas queremos una sociedad donde existan muchas riquezas.

    El concepto de expropiación es importante. No se trata de robar ni hurtar los medios de vida a los pequeños productores. Se trata de socializar lo que han creado los trabajadores. Todo gran capital, es plusvalía capitalizada, es trabajo creado por los trabajadores y no retribuido. Ganar 10 millones de euros al año, es apropiarse de mucho trabajo social. Y es la posibilidad de ser un explotador.

    Supongo que la polémica de la que nos habla Jose Juan en su trabajo se refiere a los siguientes trabajos:http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com.es/2013/08/los-de-abajo_15.html. Vale la pena ver los diferentes puntos de vista de la polémica. Saludos.
    Jerónimo.

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