lunes, 18 de noviembre de 2013

Ante el 20 de Noviembre. Fascismo y comunismo.

 
Mientras la ONU le dice a España que tiene que crear una comisión para investigar los crímenes del llamado Franquismo, que una ley de amnistía no puede amparar delitos de genocidio, los fascistas españoles se preparan para darse un garbeo el 20 de noviembre por el mausoleo donde el cadáver de su extinto jefe terrorista es mantenido con el erario público. Además, celebrarán algunas misas por el alma de la que carecía. Lo harán con la impunidad de todos los años. Incluso podrán portar algún retrato suyo sin ser acusados de apología del terrorismo. No como apologetas del terrorismo, sino casi como a terroristas están juzgando, desde el 18 de este mes, a los acusados del tartazo a la señora Barcina, presidenta de Navarra. La acusación particular pide 9 años de cárcel a uno de los encausados, la fiscalía, más comedida se conforma con entrullarlos 5 añitos. Mientras tanto, deshaciéndose como un dulcito de merengue, dando vergüenza ajena  (la propia que se la ventile él), el fiscal jefe anticorrupción se desvive en salvarle salva sea la parte a la hija del heredero del jefe terrorista que nos gobernó del 36 (en Canarias y en otras partes del estado español) al 75.
 
El sujeto susceptible de fascistizarse (reconozco que es bastante más sencillo fascistizarse que comunistizarse) vive o en el seno o en los aledaños de la comunidad pepera. Aunque intentan mimetizarse de amantes de la democracia, en alguna ocasión su almita colmenera les traiciona y se les escapa un tuit o se abstienen o votan en contra si de quitar una calle o una placa fascista se trata. Muchos de estos tuiteros, fascistas vergonzantes, son jóvenes.
 
Creo que fue Willy Brandt quién dijo que quién a los 20 años no es comunista no tiene corazón. La frase la completó algún arrepentido añadiendo que quién lo sigue siendo a los 40 no tiene cabeza. La frase de Willy, aunque él ya había recalado en las plácidas y respetables aguas de la socialdemocracia, es tremendamente elogiosa para el comunismo, pues lo sitúa como un ideal natural, propio de una naturaleza humana aún pura, anhelante de justicia e igualdad, una naturaleza propia de la aún no baqueteada juventud. Una naturaleza que se acomodará con el paso del tiempo y verá la posibilidad de una sociedad sin clases explotadoras como una entelequia tan deseable como irrealizable. No es raro el sujeto que dice que el comunismo como idea está bien, pero... siempre habrá ricos y pobres y además lo dice la resignada canción (¿qué sería de nuestras vidas sin canciones?), que casi todos habremos entonado tras unas cuantas copas: "todos queremos más, todos queremos más, mucho más y siempre más..." Sin embargo, la extrema derecha, que llena en Europa el zurrón de votos con mensajes simples y miedosos (no pocos autores identifican al fascista con un burgués asustado, para mí que ese susto es extendible a capas más amplias, y vulnerables, de la población), tiene bastante cuidado de no reivindicarse como fascista, pues saben que desde la nobleza de un ideal el fascismo es indefendible, ya que basa su ideología en el afianzamiento de la jerarquía social y en un imperialismo explícito, racista y agresivo. Esto, junto a las referencias viriles, machistas, atrae a jóvenes que ven en Franco , un personaje en muchas ocasiones asépticamente tratado en los institutos, al que a veces ni siquiera se tilda de dictador, sino de autoritario, como el hombre que salvó a España de su desintegración a manos de una República escasamente reivindicada, con no poca negligencia, por buena parte de la llamada izquierda. Y muchos de esos jóvenes y no pocos talluditos incuban, sin prisa, pero sin pausa, quizás alguno sin saberlo, el  siempre latente huevo de la serpiente. Tengámoslo claro, si algún día las fuerzas que luchan por la sociedad de los iguales avanzan posiciones, el bicho, en toda su fiereza, sin mascaras, eclosionará. Y el atildado burgués Jekill mutará en el monstruoso Hyde.

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