domingo, 24 de noviembre de 2013

Raíces y milagros. En busca de la rebeldía

En el barrio de La Isleta, nacido a finales del siglo XIX al albur de la construcción a partir de 1883 del Puerto de la Luz en la ciudad de Las Palmas, barrio que se fue conformando con los inmigrantes de los campos de Gran Canaria y gentes venidas de otras islas del Archipiélago Canario, barrio en el que nació en 1902, en una choza situada en medio de la calle Pérez Muñoz, mi abuela Carmen, cuyos padres llegaron allí desde el Valle de los Nueve en Telde, barrio al que arribó, procedente de Fuerteventura, siendo un muchacho, mi abuelo José, barrió que acogió en los albores del siglo XX, emigrado desde San Miguel de Abona en el sur de Tenerife, a mi abuelo Juan (a ellos, que no tuve la dicha de conocer, debo mi nombre), para traerse al poco tiempo desde allí a mi abuela Pilar. En ese barrio donde en 1936, a los pocos días del golpe militar fascista del 18 de julio, los falangistas volaron con cargas de dinamita la Casa del Pueblo de la Federación Obrera Canaria, barrio donde la Unión del Pueblo Canario, hermoso y unitario intento de crear una alternativa transformadora de izquierdas a fines de los 70, cosechó miles de esos votos que ahora tanto necesitamos, allí, en ese barrio que era emblema de lucha por la justicia social y que tan orgulloso me siento de que sea mi raíz vital, allí este fin de semana ha salido, vacío, el trono de la Virgen del Carmen, procesionando a hombros de costaleros durante cinco horas, para recoger entre los vecinos alimentos para los necesitados. El periódico Canarias 7 titula en su edición digital del domingo 24 de noviembre: "El milagro del trono de La Isleta" http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=318054&p=3. Triste y acongojado pienso que sí, que al final vamos a necesitar un milagro que obre sobre nuestras aletargadas conciencias para que, más allá de la bienintencionada caridad, se derrame sobre nuestras cabezas, venturoso, el espíritu de la rebeldía.

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