viernes, 6 de diciembre de 2013

Mandela

En la muerte de Nelson Mandela quiero alejarme de la hagiografía que venera en abstracto a un adalid de la libertad.
Hay dos maneras de cegarnos: la ausencia de luz es la primera que nos viene a la mente, pero su irrupción torrencial sería igual de dañina. A Mandela falta poco para que lo hagan santo, y es una santificación interesada, para ubicarlo en el panteón de los intocables, panteón que yo al menos (como hombre de izquierdas) detesto por empobrecedor, pues creo que los luchadores sociales están ahí y son valiosos, para debatirlos, no para convertirlos en el tótem de la tribu.  Un Mandela por encima de las ideologías. Un Mandela  bueno y mártir. Un Mandela que estuvo 26 años en la cárcel. El mismo tiempo, que coincidencia, que pasó presa la mujer del hermoso nombre (según don Manuel, junto con don Jerónimo, uno de los patibularios contumaces de este callejón), Inés del Río. Y Mandela tiene otro elemento en común con la expresa de ETA. Ambos practicaron, más allá de que uno este ubicado ya para siempre en el Olimpo y la otra transite, también para siempre el Averno, la lucha armada. El Ghandi de la segunda mitad del siglo XX en un momento de su vida, no sólo cogió su fusil, sino que fue Comandante  en Jefe de La Lanza de la Nación, el brazo armado del Congreso Nacional Africano. Después de salir de la cárcel, la primera visita al exterior que hizo Mandela fue a Cuba. Allí agradeció la ayuda de Fidel con las siguientes palabras: "Que nos entrenó a nuestra gente, que nos dio recursos, que ayudó tanto a nuestros combatientes, a nuestros médicos". Este es otro elemento a tener en cuenta. ¿Cuántos países ayudaron de hecho, más allá de las bellas declaraciones y las condenas enérgicas, a los combatientes sudafricanos en los duros años de la lucha contra el despiadado régimen del apartheid? Apoyar activamente al CNA era la mejor manera de ayudar a Mandela, que tampoco fue, como he leído en algún lugar, un preso de conciencia. Era, en su plenitud, un preso político (terrorista para el régimen racista), un dirigente de una organización que luchó, en todos los frentes (en alianza con el Partido Comunista Sudafricano), por acabar con el racismo e implantar la justicia social en sus país. Este último es otro tema de capital importancia. El apartheid cayó. Desaparecieron playas o urinarios para blancos o negros. Era una gran victoria, refrendada con su elección presidencial del 94, de Madiba, que simbolizaba, ese es su gran valor, a todos los que lucharon, muriendo y matando (suena mal, pero es así), por un noble ideal. Sin embargo, creo que la pirámide social sudafricana no ha sufrido grandes variaciones. El poder económico sigue estando en manos de los blancos, siendo el ingreso medio de una familia blanca (32.500 euros), seis veces superior al de una familia negra (5.400 euros). Sospecho que esta lucha por una sociedad más igualitaria, sin duda era una parte fundamental del pensamiento de Mandela,  que sabía que era una enorme tarea pendiente, una tarea que él no podía afrontar, quedando reducido los últimos años de su vida a receptor sonriente y protocolario de tanta gente que iba a homenajearlo desde el desconocimiento o, lo que es peor, la tergiversación.

1 comentario:

  1. La lucha por la libertad y la igualdad son luchas de la burguesía. Podría decirse que la historia de la humanidad es la historia de la conquista del hombre de la libertad. Por lo tanto, la lucha por la libertad es una lucha del hombre en general. No pienso que la lucha por la libertad y la igualdad en abstracto sean la lucha por el socialismo.
    La perfección no existe. No existe el hombre perfecto. Y no existe el socialista perfecto, desde el punto de vista de la moral, ni desde el punto de vista de la ética. Y los socialistas deben señalar los aspectos positivos y a reforzar de los hombres que luchan por el socialismo, ya sean dirigentes o sean trabajadores que no tienen conciencia socialista. Por otro lado el denominarse socialista y el deseo de socialismo no hacen a estos hombres mejores que los hombres que no tienen ese deseo ni esa conciencia.
    Yo diferencio la lucha armada del terrorismo. En España en el 1936 había un estado de derecho que sufrió un golpe militar. Fue legítimo defenderlo con las armas. Otra cosa bien distinta es el terrorismo como forma de lucha política. Los socialistas debemos condenar con firmeza el terrorismo. Los terroristas son unos desesperados asesinos que no piensan en los intereses del pueblo que dicen defender.
    El poder económico no depende del color de la piel. En Sudáfrica habrá negros ricos y negros pobres. Lo mismo que habrán blancos ricos y blancos pobres. Puede que las proporciones de ricos y pobres sean diferentes entre los blancos que entre los negros. Pero no se puede confundir la lucha por la discriminación racial que la lucha por el socialismo. No se pueden hacer desaparecer las diferencias de ambas contradicciones. Quizás Nelson Mandela fue un gran dirigente en la lucha contra el apartheid, pero no fue un dirigente líder en la lucha por el socialismo. En España en los últimos años de la dictadura muchos ilusos jóvenes confundimos la lucha contra la dictadura con la lucha por el socialismo.
    Saludos.

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