viernes, 3 de enero de 2014

Contra todos los terrorismos

Inma fue, hace más de un decenio ya, alumna mía. Gracias a su empeño, yo suelo ser hosco y retraído para las relaciones sociales, hemos estado en contacto todos los años posteriores  a su salida del instituto. El fin de semana pasado tuvo la amabilidad de invitarme, junto a Antonio, a conocer, cena mediante (faltaría más), su hogar. Tiene un encanto especial ver como un ser en ciernes (eso es un alumno o alumna de cuarto de la ESO, sonrío e ironizo), en estos tiempos duros para la juventud en particular, ha ido haciéndose un lugar bajo el sol. Por supuesto, el condimento de cualquier encuentro es una charla amena en la que (estando un profesor de historia radical por medio es inevitable), no podía faltar el tema político. Y las reacciones de las personas con un cierto nivel intelectual (tanto Inma como Antonio son universitarios. Sé que no es condición ineludible pasar por la Universidad para formarse con cierta solidez, pero sí debería, lo pienso así, tener todo universitario un mínimo nivel de pensamiento) son definitorias de una época, de cómo nos inculcan una visión del mundo. En la conversación salió el tema del terrorismo y yo (pagado de mi mismo, envanecido) me referí a mi texto publicado en este blog llamado La 18 de julio: la banda terrorista más criminal de la historia de España http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/07/la-18-de-julio-la-banda-terrorista-mas.html. Su reacción, cuando me referí a Franco como el principal -cualitativa y cuantitativamente- asesino terrorista del siglo XX español, fue de absoluta sorpresa pues no había establecido nunca esa relación. El término más habitual que ha oído para referirse a este sujeto ha sido dictador e incluso gobernante autoritario. Llamarlo terrorista a él y a sus secuaces (sean Mola o el último de los sociales), a todos aquellos que fueron su mano de hierro, casi siempre descoloca, o escandaliza incluso, al interlocutor que tengas en ese momento. En este país, terrorista es igual a etarra o musulmán. Ya lo he dicho en otras ocasiones, no se utiliza ese concepto para los aparatos represivos estatales, cuando, en general, son los que tienen más capacidad de provocar terror en una población. Bastante más, desde luego, que los grupos armados que proliferan en distintas zonas del planeta.
El colectivo de presos de ETA ha reconocido en un comunicado el daño causado, que asumen la justicia del estado español y una salida individual según la situación personal de cada uno. O sea, descartan (ellos mismos) la posibilidad de un indulto general. Los comentarios van desde quién lo considera un paso importante a quién (como la Asociación de Víctimas del Terrorismo) dice, siguiendo el bolero que lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro. La conciencia interior, lo que uno piensa de labios adentro, es intransferible. Me reconozco profano, incapaz de bucear en las ciénagas o sestear en las praderas mentales de cada persona. Pero, aunque sea con la boca chica, a regañadientes quizás, lo han dicho: hemos causado daño y dolor y estamos pagando por ello. Paradójicamente también está cumpliendo cárcel, como indudable preso político, Arnaldo Otegui, uno de los impulsores y hacedores de que se haya llegado a esta situación anhelada por todos. Según la ley, para acogerse a beneficios penitenciarios tienen que pedir perdón expresamente a las víctimas. Cúmplase la ley.
A quién sigue sin alcanzar la ley es al fascismo español y a sus ejecutores, pues la Fiscalía está buscando argucias legales que permitan no extraditar a los represores fascistas que reclama en la actualidad la justicia argentina, y a los que pueda reclamar en un futuro. Creo que quiere alegar qué España es competente para después esgrimir que sus delitos están amnistiados por la ley del 77, que recientemente ha sido denunciada por la ONU como ilegítima. Con un par, en libertad sin pisar una celda y sin pedir perdón a nadie. Y oiga, aterrorizar, aterrorizaron lo suyo a miles de luchadores antifascistas. Con un agravante: el paraguas protector del estado.
Quizás me acusen de mezclar churras con merinas, pero voy a señalarles un acto terrorista silencioso y repugnante: la disminución, o eliminación en algunos casos, de las ayudas a la dependencia. Ese es un acto criminal, la acción más infame de un gobierno que aterroriza, que desampara a los que ya tienen sobre sí y sus familias un sufrimiento vital perpetuo. Solamente por eso, siento estupor cuando veo que una encuesta del rotativo El Mundo le da la victoria, en unas hipotéticas elecciones, al PP con el 34% de los votos. Prefiero, en un acto de fe, creer que son abducidos, para no amargarme pensando que vivo en un país de canallas o/e insensibles.
Para acabar dos símbolos de nuestro sueño que está generando monstruos:
1. En León han puesto en la iluminación navideña decenas de pequeñas esvásticas.
2. El hijo político del terrorista Franco sale, galán otoñalísimo vestido de sport, en una sesión fotográfica rejuvenecedora en el Hola.
Pues eso. Ni arde La Zarzuela, ni arden las conciencias.
 
 

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