sábado, 19 de julio de 2014

El talionazo que no cesa

A día de hoy, 10 después del texto que escribí sobre el inicio del ataque del ejército de Israel a la franja de Gaza, el siniestro marcador de la muerte sigue su ritmo imparable. Más de 330 palestinos, cifra que mañana desgraciadamente ya estará desfasada (si no lo está ya), han sido asesinados. De estos 330, la mayoría eran civiles no combatientes y la cuarta parte eran combatientes del futuro: niños. 4 de ellos realizaban en el presente una actividad tan peligrosa para la integridad del estado judío como jugar al fútbol en una playa.
Gaza empezó siendo atacada por aire y mar. Desde hace un par de días ha comenzado la invasión terrestre. Me ha impactado la imagen de las bengalas nocturnas iluminando Gaza como efímeros soles fríos, guías de una muerte ventajista que desechó la guadaña y se pertrechó con tecnología de última generación. También me impactó ver a los soldados de esa que llaman única democracia de Oriente Medio, preñando de panfletos carcasas con forma de bomba
para parirlos sobre el cielo gazatí. El invasor, con su superioridad insultante, no solo mata casi a placer (y sospecho que con placer), además se permite aleccionar y amedrentar a una población que ni siquiera tiene vías de escape. Hay que decirlo alto y claro: el estado de Israel, aunque celebrara elecciones todos los meses, aunque haya israelíes -los menos- que condenen y se manifiesten contra la acción de su ejército, seguiría siendo, en su acción imperialista y masacradora con los palestinos, un pequeño ente fascista fuertemente armado (3.000 millones de dólares anuales) por EEUU y que saca réditos y manga ancha para sus tropelías de la mala conciencia europea (desde los pogroms a los campos de exterminio nazis).
Quién pueda reprimir la nausea que se de una vuelta por buena parte de la prensa española y sus alambicados titulares. Esa prensa que con tanta facilidad usa el término terrorismo cuando se destroza algo de mobiliario urbano en una protesta o califica de violentos a los piquetes huelguísticos, demuestra su escaso empaque moral cuando no califica de terrorismo ese río de sangre y destrucción material. Hablando de destrucción. Hoy el ejército israelí acusó a Hamas de enviarles un burro explosivo. “Enviar a un animal a la muerte para perseguir metas terroristas puede parecer chocante”, decía la nota militar. Estoy convencido de que los palestinos, y los amantes de las equidistancias y su pulcritud, aceptarían gustosos un intercambio de armamentos.
Noticia de última hora: la sociedad protectora de animales de Israel esta redactando un comunicado para expresar su más enérgica protesta por ese repugnante acto de barbarie. Menos mal que aún hay esperanza.

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