lunes, 29 de diciembre de 2014

Paseando entre lo viejo y lo nuevo al borde de 2015

Un sentimiento personal: cada vez me siento más una antigualla. Casi seguro que es inevitable. Con el inexorable tic-tac biológico que te conduce al fin, algunos nos melancolizamos aún más y otras personas, obviando o soslayando la realidad a la que nos enfrenta el espejo, restringen la juventud a un estado del espíritu, un territorio cuasi sagrado mental que me genera admiración y envidia. En no pocas ocasiones ese espíritu joven se asocia a una apuesta por lo nuevo. El mundo de lo viejo ("hay que ir con los tiempos") se convierte en un mundo "maldito", casi tabú. Que el arranque del texto no les confunda, queridos (siempre los engloba a todos: hombres y mujeres) paseantes de este ya algo veterano callejón. No me voy, al menos hoy, a tender en el diván. Ni voy a hacer un ejercicio de sacralización de lo viejo o antiguo, ni, por oposición, uno de demonización de lo joven o nuevo.
De todas formas, seamos claros, hoy decir de algo que es novedoso, especialmente si se utiliza la palabra precisa (emprendedor por ejemplo), aporta un plus de prestigio, de credibilidad. Esto puede aplicarse tanto a lo estrictamente material, adquirir de inmediato la última innovación tecnológica comunicativa que sale al mercado anualmente, como al pensamiento, al más escurridizo mundo de las ideas. La sensación de este año, que se nos muere de viejo, es un casi neonato llamado Podemos que maneja como uno de sus activos fundamentales ser lo nuevo en combate contra lo vetusto. Esta idea, en la historia, es recurrente. La época denominada Antiguo Régimen (s.XVI-XVIII) recibió ese nombre de los revolucionarios franceses para expresar tanto el desprecio como el ansia de cambiar el mundo que les rodeaba. Incluso crearon un nuevo y precioso calendario cuyos meses hacían referencia a los ciclos de la naturaleza (en el hemisferio norte y en Europa, maticemos). Este mismo término se le ha aplicado en el estado español a la dictadura fascista de Franco, aunque debemos precisar que los fascismos, en sus diferentes versiones, reivindican un "orden nuevo", camuflando lo que han sido en su esencia: el estado de excepción de la burguesía cuando se han encendido las luces rojas (nunca mejor dicho) de alarma. También era un ángel portador de lo nuevo el Imperialismo o Colonialismo europeo del siglo XIX, que tuvo un matiz con respecto a la gran expansión del siglo XVI en la menor utilización de lo religioso, de la expansión de la fe verdadera, relegada a un segundo plano por la nueva fe revelada del avance científico-técnico. Un ángel ajeno a la voracidad de materias primas de la revolución industrial, abnegado, absolutamente sacrificado en su afán civilizatorio según Rudyard Kipling. Transcribo el primer párrafo de esa justificación ideológica y moral que es su poema "La carga del hombre blanco", escrito en 1899, en pleno auge de la expansión colonial que padecieron África y Asia.

         "Llevad la carga del Hombre Blanco.
       Enviad adelante a los mejores de entre vosotros; 
       Vamos, atad a vuestros hijos al exilio 
       Para servir a las necesidades de vuestros cautivos; 
       Para servir, con equipo de combate, 
       A naciones tumultuosas y salvajes; 
       Vuestros recién conquistados y descontentos pueblos,
       Mitad demonios y mitad niños."

Los últimos 200 años, son el reinado del aceleramiento de la historia, de la avalancha de lo nuevo. En 4º de la ESO la asignatura de Ciencias Sociales estudia el mundo contemporáneo, esa época que transita desde la Revolución Francesa hasta nuestros días (suponiendo que no estemos ya en el mundo postcontemporáneo y uno sin enterarse). Para los alumnos perciban la radical especificidad de este periodo les hablo de un hombre (o mujer) de cuento (la inspiración me la proporcionó la película musical Brigadoon) que "dormido" en el año 1000, y sin beso de princesa mediante, tuviera la concesión divina de despertar unos días cada 250 años. Les explico que esa persona en sus despertares hasta 1750 observaría cambios: vestimentas diferentes, mejoras viarias, ciudades más grandes con hermosas catedrales y palacios, mejores herramientas, avances en técnicas de cultivo, etc. Pero habría elementos esenciales que no sufrirían grandes modificaciones: transporte (barcos de vela y carros de tracción animal), comunicaciones, ocio, formas de producir (básicamente el taller artesanal). El "gran gran salto adelante" (recordando mi breve etapa prochina) se produce entre el despertar de 1750 y el del año 2000. Los ojos alucinados del durmiente contemplarían: grandes pájaros de hierro surcando los cielos, enormes barcos desvelados que desprecian las calmas chichas de los mares, vehículos circulando a gran velocidad que olvidaron en los establos a caballos o asnos, unos seres humanos reducidos que hablan desde cajas rectangulares, ciudades de tamaño imposible con edificios que aspiran a ser la Torre de Babel, etc. Quizás el resucitante cíclico pediría una prorroga para entender...y disfrutar.
O sea. Hay motivos para sentir el orgullo o admiración de lo nuevo, al menos en el plano material, siendo conscientes de que estamos en un vértigo histórico, de que la revolución científico-industrial es también la revolución armamentística que se inició hace un siglo con la Gran Guerra y alcanzó su apogeo destructivo con las bombas atómicas sobre Japón en 1945. Por eso tiendo a ser cauto ante el fetiche de lo nuevo como intrínsecamente positivo, como elemento de valor en lo argumentativo.
Escribí más arriba que la esencia de lo novedoso en la política española se llama Podemos. Pablo Iglesias y Monedero proceden de Izquierda Unida. El programa de Podemos tiene bastantes nexos, se supone que sus fines son también similares, con el de IU. Sin embargo, mucha gente que jamás le votaría a IU está ansiosa por votarle a Podemos (he leído encuestas, aunque lo dudo, que hablan de hasta un 20% de votantes del PP dispuestos a apoyar a dicha formación). Quizás porque, con cierto fervor religioso, identifican en Pablo Iglesias al "nuevo" Jesús dispuesto a echar a la casta político-mercader del mancillado templo de la democracia. A la par, sus primos de IU son percibidos como la marca blanca del "viejo" comunismo que, aunque quizás alguien se espante tras tanta lucha desinformativa bien librada por el capitalismo, es la ideología mas novedosa, la única que se plantea erradicar una de las lacras más antiguas (o viejas) que padece el ser humano: la explotación del hombre por el hombre. Desde el esclavismo infame de la Edad Antigua, hasta la precariedad cada vez más generalizada de la España de 2014, la lucha de clases, más o menos virulenta o consciente, es el estigma necesario de la humanidad. Una sociedad sin explotadores y explotados (cada vez se impone más la perversa ideología de que el explotado debe estar agradecido al explotador, "que le da de comer"), sí sería radicalmente nueva. Tanto, que la inmensa mayoría de la gente la sitúa en el desván de los sueños deseables pero irrealizables que llamamos utopía.
La gran novedad de Podemos, más allá de utilizar sabiamente la brecha que lograron abrir en los medios y un lenguaje estudiado, con ideas contundentes que han convocado a los hartos, es un programa paliativo de la creciente desigualdad social, que introduce, con bastante delicadeza, no sea que huyan en tropel, la mano en el bolsillo de los ricos. Resumiendo con trazo grueso: la vieja socialdemocracia. Sé que en este momento no existe capacidad para aspirar a nada más. En otras ocasiones he comentado que el objetivo básico es levantarnos de la lona donde braceamos groguis. Pero aceptémoslo, Podemos e incluso IU no buscan nada nuevo, buscan lo único que hoy está al alcance de la mano: una dominación de clase más humanitaria, recuperar alguna de las posiciones perdidas introduciendo una cuña en el atosigante discurso dominante de las intrínsecas bondades de lo privado y maldades de lo público. 
Donde no puede llevarnos lo nuevo, o un tacticismo exacerbado, es a la cobardía. La jauría ataca a Podemos hincando el diente en Venezuela. Quizás se pierdan algunos votos, pero en estos momentos Venezuela y otros gobiernos de la región son trincheras 
rebeldes por un mundo más justo. Iglesias, Monedero y Errejón lo saben, y manejan datos acerca de las políticas inclusivas venezolanas para con los desheredados. Y pueden contraatacar, y llevar al televidente, que imagina un ogro chavista encarnación del mal en estado puro, otra visión que le permita elaborar otro tipo de pensamiento. Esto, en la gran medida de las pequeñas cosas, podría ser algo nuevo y fecundo.
No creo que publique otro texto antes de que arribemos a 2015. Así pues, me permito desearles que, necesidades básicas aparte, todas las pequeñas cosas que para ustedes sean muy valiosas les hagan razonablemente felices.
Un abrazo fraterno desde Canarias a 9 de Nivoso de 222, según el calendario revolucionario francés, que tenía el inicio de su era en la proclamación de la república el 22 de septiembre de 1792.











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