martes, 10 de febrero de 2015

Varoufakis entre poetas

Siempre me ha encantado, desde mi posición de hombre que se ha debatido entre las mareas del sentimiento y de la pasión (este inicio está deliberadamente inflamado de romanticismo), el título de un libro. Me refiero a "Un héroe de nuestro tiempo", del escritor decimonónico ruso Mijail Lérmontov. Lo leí hace muchísimos años. Su protagonista es un oficial del ejército ruso mujeriego y nihilista. Quizás, en una hermosa paradoja, predominan los rasgos del antihéroe. Haciendo abstracción del contenido del libro, el título siempre me enamoró, tal vez porque en él he querido ver más de lo que explicita: un fatalismo vital al que tan propenso es mi ánimo.
Sí, Varoufakis, el Ministro de Finanzas griego, me ha traído, desde mi lejana juventud, el recuerdo de la obra de Lérmontov. Y no soy persona dada a mitificaciones, aunque no olvido que este hombre es de la tierra de los mitos que me ubicaron a inicios de los 70, a través de un libro para jóvenes que agrupaba 15 leyendas de la mitología griega, en la senda de la lectura. Su viaje inicial (y no sé si iniciático), recorriendo capitales europeas, con un mundo a la expectativa esperando ver en cuantas de ellas le parten esa cara de sonrisa contenida y escéptica. Ariete de ese gobierno aguerrido y levantisco, situado en el margen izquierdo, fuera del guión, que intenta dar un poco de calor a su aterido pueblo, yendo en busca (¿o en defensa?) del fuego a lugares inhóspitos, me ha recordado los versos de otro griego llamado Kavafis, que siempre resuenan en mi cabeza en la voz de Lluis Llach. "Bon viatge per als guerrers que al seu poble són fidels..."



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