jueves, 18 de junio de 2015

Pequeño gran nombre

Este 19 de junio se cumple el primer aniversario del acceso a la jefatura del estado de Felipe VI. Ya me había puesto el impermeable mental, presto a capear el temporal de babas mediáticas e institucionales que se avecina y practicar el ascetismo del mono que se tapa las orejas, los ojos y la boca. Pero. Sí, siempre hay un pero pernicioso que me conduce a agudizar el oído, aguzar la vista y articular la palabra.
El día 16 el joven Borbón, el que homenajea republicanos en Francia mientras le importa un bledo que aquí sigan en cunetas, recibió a la nobleza de España. Después del tradicional besamanos Felipe tuvo a bien dirigirle unas palabras a esa anomalía histórica, señalando la responsabilidad añadida que tienen las personas portadoras de un título "porque destacar, estar entre los mejores en cualquier ámbito, es cada día una tarea más ardua. Pero es la exigencia de llevar un GRAN NOMBRE".
Grandes nombres, según el monarca "inscritos en la Historia de España". Se le olvido añadir que esa inscripción en muchísimos casos está hecha con la sangre ajena que mancha las conquistas, los latrocinios, el secular expolio de los campesinos y el alzamiento de los generales fascistas cuyos títulos se cimentaron en cunetas y paredones.
Y yo, que debo vivir en la cara oculta de la luna, donde abundan los nombres chicos de la clase trabajadora selenita, me enfado, y en vez de las serpientes con las que soñaba Silvio Rodríguez Domínguez (apellidos plebeyos para el creador de un puñado de canciones que están en la educación sentimental de miles de personas), acogiéndome a la aún no establecida delectividad del mundo onírico, sueño con una guillotina y un mar de pequeños nombres portando escarapelas tricolores.


1 comentario:

  1. Yo soy republicano de nacimiento, porque no me acuerdo nunca, de cuando empezó mi defensa a ultranza de LA REPÚBLICA. Mi Maestro, porque así se llamaban y les llamábamos "MAESTROS", era uno de los Maestros, que el régimen del sublevado y después dictador Franco, dejo sin saberlo, PORQUE ERA REPUBLICANO Y FUE QUIEN ME DIO, ESTAS IDEAS, QUE NO SE VAN POR MUCHOS REYES QUE NOS CAIGAN ENCIMA, pero hoy ya puedo hablar, porque son de los que están ya, "en las Grandes Alamedas de Salvador Allende", de lo cual me alegro, porque está a salvo de esta ignominia y cruel devastación se cosas y enseres que se fueron con la propia vida de sus moradores, por la guadaña de esos malhechores y criminales, que aún campean por el Territorio de la IIª REPÚBLICA Y CAMINO DE LA IIIª FEDERAL Y LAICA. Yo nací en la peor década del Siglo XX, en la que los Nazis cobraron un virulento caos, terror, muerte y el mayor genocidio y devastación, y también la caída y muerte de su más certero culpable, Hiltler. Se vivió el término de la IIª Guerra Mundial y mucha cosas más, pero una que no se nos ha olvidado y que practicamos con la Memoria Histórica, es el genocidio en masas de todos nuestros Soldados, Civiles y del Socorro Rojo, que también están "en Las Grandes Alamedas de Salvador Allende, Victor Jara, El Che y muchos más. Hay que sacar con mucho cuidado, a todos los que aún, están en las cunetas, pozos, terraplenes, simas, el mar, debajo del asfalto de las carreteras, que son miles y miles de republicanos, que a diario y por camiones cargados iban los que se ponían delante de paredón y descarga que te va y descarga que te viene y luego venia un cura, muy adiestrado y les pegaba el Tiro de Gracia y les decía al pelotón de fusilamiento: "ya les podéis enterrar, porque ya tienen lo que se merecen, estos rojos. Eso ocurria y muchas cosas más, en esa década del los cuarenta y creo recordar, que una vez, cuando estaba en clase con este Maestro que yo le llamé "DURRUTI". por lo guerrillero que era, sonó una atronadora descarga de fusilería y ametralladora y después tiros sueltos y perdimos la cuenta de los que eran, pero que salimos corriendo y varias calles más allá, encontramos el lugar del paredón y con el suelo encharcado de un color rojo y nos llamó la atención la cantidad de casquillos que nos los llevamos todos, sin saber ni puñetera idea de que era lo que pasaba. Esa pesadilla la tuve durante mucho tiempo y a medida que crecía y con la destreza de la enseñanza en todos los campos de Mi Maestro de la niñez y curioso es que luego, un tiempo después, ya no le vi y supe que lo hicieron desaparecer. Me pasa a mi, eso del mar de nombres y de la guillotina que tengo que guardarla, para cuando la necesitemos. ¡¡¡VIVA LA REPÚBLICA!!!.

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