jueves, 11 de junio de 2015

Un jarrón chino en Venezuela

Ha concluido el primer acto del teatrillo montado por Felipe González (los patrocinadores de la obra quedan entre bambalinas), visitando Caracas para "asesorar técnicamente" a la defensa jurídica de los opositores acusados de ser instigadores de las acciones violentas (guarimbas) que costaron la vida en febrero de 2014 a 43 personas.
Desconozco si en esta función el rutilante personaje volverá a salir al escenario o, después de agitar el espantajo mediático de la intrínseca maldad del "régimen venezolano", agotado su papel, desaparecerá de la primera fila.
Tal vez su visión justiciera de la realidad, su necesidad de defender a los perseguidos (en otras tierras , por supuesto) le lleve a trasladarse a Arabia Saudí, esa monarquía absoluta más democrática y menos perversa, si nos atenemos a los medios informativos españoles, que la Venezuela que ha celebrado múltiples consultas electorales. En el arenoso y oleoso país don Felipe se pondrá a disposición de la defensa del bloguero saudí Raif Badawi que, en condena ratificada por el tribunal supremo, ha sido sancionado con 10 años de cárcel y la bagatela de 1000 latigazos que serán administrados en cómodos plazos de 50, pues si se les administran en una sesión sospecho que podrían haberse ahorrado los 10 años de cárcel debido a la incomparecencia forzosa del penado. Después, si las fuerzas le acompañan, puede trasladarse al México "lindo y querido" (muchos llevamos una rancherita en el alma para los momentos alegres) de su amigo, el multimillonario, tercero en el ranking mundial de la riqueza, Carlos Slim. Un país torturado por la violencia, donde el único régimen que impera es el de la impunidad, donde en las democráticas elecciones legislativas celebradas el domingo 7 de junio ganó con más del 50% el partido de la abstención. Una vez en tierra Mexica puede dirigirse a la localidad de Ayotzinapa y poner su saber y su hipotético corazón socialista, igualitario, de tipo que, al modo martiano, se dice "con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar", a disposición de los padres de los 43 normalistas desaparecidos el año pasado. Y que le parecería asesorar a las familias de los "falsos positivos", de esos campesinos que son asesinados y "presentados" como guerrilleros por los militares en su amada Colombia. O véngase a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde Takbar Haddi, madre de un joven saharaui asesinado por su gobierno amigo de Marruecos, lleva a cabo una huelga de hambre exigiendo la devolución de los restos de su hijo.
Ancho es el planeta para un prestigioso abogado con licencia mundial y al que ningún dolor humano le sea ajeno.
Pero, nos guste o no, más allá de nuestra capacidad para el contorsionismo político, siempre elegimos. Y Felipe ha elegido defender a los doloridos (nunca niego el sufrimiento individual, aunque sea el de una persona en una trinchera ideológica opuesta a la mía) de la extrema derecha venezolana. Él sabe que como abogado no tiene papel alguno, que está realizando una labor política de ariete para desgastar al gobierno democrático de Nicolás Maduro. González ha abandonado Caracas en un avión del gobierno colombiano. ¿Un expresidente español que va a defender a unos presos en Venezuela sale del país en un avión oficial de Colombia? ¿Y ésta es una operación donde los derechos humanos, cabalmente respetados en Colombia por supuesto, son lo esencial? ¿Está desquiciado el gobierno de Maduro cuando habla de un eje hostil Bogota-Madrid-Miami? No nos olvidemos de que hace unos meses Venezuela fue declarada oficialmente "un peligro" para los EEUU. Quizás sea quién esto escribe un conspiranoico, pero tengo claro que cuando un gobierno comienza a implementar políticas que cuestionan privilegios seculares, la oligarquía, los detentadores tradicionales de los hilos del poder, se pone en situación de alerta y dispuesta a combatir, sin complejo alguno y utilizando todo tipo de herramientas, esos cambios. Las élites dominantes mundiales saben que, obviando su adscripción a un partido que incluye en su nombre, por inercia, la palabra socialista, Felipe es un servidor del orden mundial injusto que impera en el planeta. Su proyecto político no transita por una sociedad que elimine las enormes desigualdades (ese 1% que acumula el 50% de la riqueza). Por eso, cuando, en el escenario interno, discrepa con el PP (con la irrupción de ese comodín del bipartidismo llamado Ciudadanos ha declinado la hipotética coalición PP-PSOE) le podríamos espetar que lo suyo es "puro teatro". 
No obstante, si quiere, aquí tiene un amplio escenario en el que puede encontrarse a los familiares de miles de enterrados en cunetas y fosas comunes, a miles de desahuciados, e incluso  a Encarnación, una anciana preferentista de 73 años juzgada por hacer ruido con una azada y un hierro en una protesta. Seguro que toda esta gente agradecería sus servicios.
¡Oh, perdón, señor González! Se me olvidaba que cuando vuelve a España, tras su ardua vida de quijote, tan selecto como selectivo, muta, naturaleza muerta, en jarrón chino.


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