jueves, 2 de julio de 2015

Urnas casquivanas

Angustiada por la tormenta griega, la ministra Tejerina lo ha expresado con claridad meridiana: "¡Ojo, las urnas son peligrosas!".
Así lo pensaba la burguesía emergente y dominante en el siglo XIX. Hoy, cerca de 200 años después, ya no es emergente, pero ha consolidado, tras la implosión de la URSS, su dominio a lo largo y ancho del planeta. Sí, aunque en los procesos revolucionarios que marcaron la primera mitad del XIX los burgueses para afianzar su poder necesitaban la fuerza de choque de los sectores populares, le tenían temor al sufragio universal (masculino hasta el siglo XX). Por eso en la mayoría de los países se impuso, de entrada, el sufragio censitario, que otorgaba el derecho al voto exclusivamente a los varones a partir de una determinada edad y con un mínimo de renta anual, lo que, en la práctica, suponía la exclusión de más del 90% de la población.
Tenía su lógica que la clase dominante, la oligarquía, pensara así. Si se aplicaba aquello de un hombre un voto, y contando que los desheredados de la tierra, con condiciones de trabajo brutales (jornadas larguísimas, trabajo infantil, carencia de vacaciones, salarios de miseria, etc) eran una gran mayoría de la población, no es descabellado que temieran que los candidatos de las organizaciones defensoras de los derechos de los trabajadores, que reivindicaban una sociedad más igualitaria, en una hipotética elección libre, acabaran imponiéndose. Y así, razonablemente guiados por su posición de dominio, sabiendo quién era el enemigo principal, los burgueses incluso se aliaron con sus anteriormente adversarios: los nobles. Y usaron toda la coerción del aparato de estado: leyes, policía, ejército... La sangre y el fuego. Nunca, si es necesario, lo han dejado de utilizar. Pero se dieron cuenta de que el eje fundamental para afianzar su preponderancia, hoy con una potencia avasalladora por el avance de la tecnología, es el ideológico. Controlar el pensamiento. Lo expresó, en una cita célebre, Marx: "Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época". Eso sí, si el control empieza a descarrilarse o a peligrar pasamos al plan B. Ya en febrero de 1936, tras la victoria del Frente Popular, ejemplo donde los haya de uso incorrecto del voto, el padre ideológico del fundador del partido donde milita la señora Tejerina se dijo: ¡que peligrosas son las urnas! Y puso en marcha, unos pocos meses después, una carnicería fascista. Franco nos sometió a un aprendizaje, a una bíblica travesía del desierto electoral de 40 años. Y creo que en general la gente en el estado español quedó enseñada (o aprendida). Las urnas se usan con moderación, que para votar hay que estar centraditos. Aunque es cierto que en las recientes elecciones municipales (¿gotas de esperanza?) en determinadas ciudades bastantes personas han dado peligrosos síntomas de estar desaprendiendo (por lo demás algo no solo saludable, sino imprescindible), e incluso suena, de cara a las generales, el run run rumbero de la unidad popular. 
Lástima, es mi opinión y mi pesar, que Tejerina se equivoque. Las urnas son poco fieras con los potentados y canallas de toda laya que acuden a su amparo (en Italia gobernó, con el voto de muchos trabajadores, Berlusconi, el hombre más rico del país). En la mayoría de los países del mundo son animalillos amorosos a las órdenes de los amos. Sólo de esa manera se explica que buena parte del 99% de la población mundial defienda, en gran medida, con su voto, los intereses del famoso 1% que tiene la mitad de la riqueza del planeta.



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