viernes, 21 de agosto de 2015

El Rototom, Matisayhu, Mohamed Allan y el toro de la Vega

El Rototom es un festival europeo de Reggae que, a lomos de la polémica, ha saltado a la fama este año con más intensidad que nunca. Este macrofestival que dura una semana y se plantea la defensa de los derechos humanos y el pacifismo, había contratado a Matisyahu, músico judío estadounidense. La campaña contra la política criminal israelí de la organización internacional, en la que también participan judíos no sionistas, Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) en el País Valenciá, demostrando con declaraciones (defendiendo la masacre del barco turco que en 2010 llevaba ayuda a Gaza o diciendo que Palestina no existe) y acciones (participando en conciertos de apoyo al ejército de Israel que en el tiro al blanco en Gaza del año pasado mató a más de 2000 personas, entre ellas 500 niños) del cantante, que este individuo no merece participar en un festival que se declara defensor de los derechos humanos, logró que los organizadores cancelaran la invitación. 
Y en el acto se abrieron los cielos y tronó el eternamente cabreado y vengativo dios del pueblo que lleva la pesada carga de ser su elegido. Embajada israelí, organizaciones judías nacionales e internacionales, primera página y editorial de esa exbiblia progre, salvo para gente muy fanatizada, llamada El País, el partido de Rato y Bárcenas, aquel cuyo abuelo ideológico (el padre es Fraga) clamaba contra el contubernio judeomasónico del comunismo internacional. Todos unidos en avalancha por la defensa de la sacrosanta libertad de expresión ante tan intolerable acto de censura. Y el miércoles, dos días después el Rototom vio la luz y dio marcha atrás y entonces la nítida boveda celeste de la libertad quedó restablecida. Eso sí, con algunas excepciones poco publicitadas que quién tenga interés podrá leer en un texto de "Eldiario.es" cuyo enlace pongo al pie de este texto. Pero permítanme que les hable de un puntito que probablemente la mayoría desconoce y mancha el reluciente azul.
Mohamed Allan es un abogado palestino de 31 años. Permanece prisionero del estado de Israel desde hace 10 meses y lleva dos en huelga de hambre exigiendo su libertad inmediata. Parece que, después de tanto tiempo, sus lesiones son irreversibles. Ustedes pensarán que algo habrá hecho, y más con el barbón de hipster islámico que gasta el individuo. Quizás, no lo sé. El problema es que tampoco lo sabe el estado "democrático" de Israel. Sí, no deliro. Allí existe legalmente la figura del preso administrativo (ley hecha ex profeso para los palestinos). Consiste en lo siguiente: usted es encarcelado por periodos renovables de seis meses sin necesidad de juicio, imputación o pruebas. La condición real de Mohamed Allan, ante esta ley canalla, jurídicamente atroz, es la de secuestrado por el estado de Israel. Si a una persona la encarcelan, además indefinidamente, sin acusación o imputación, eso se llama, con mayor gravedad si lo práctica un estado, secuestro.
El desvergonzado Matisyahu, que como mucha gente del mundo del espectaculo o el arte (para el que dicen que viven en exclusiva) se reclama de esa marca blanca de la derecha que es el apoliticismo, junto a su cohorte de fariseos despiadados, ha obtenido un triunfo. El tipo que, magnánimo, ha aceptado la reinvitación, cantará en una aroma de mártir rescatado de la hoguera de la intolerancia que a mí me provoca arcadas. Vivimos en un mundo donde los victimarios reales aparecen como víctimas falsas. Seguro que para muchos el terrorista es el desconocido Mohamed Allan, el detenido sin cargo alguno al que cada aplauso que reciba el sionista que canta para el ejercito judío será un escupitajo en su lacerado cuerpo.
Esta misma semana se ha suspendido otra actuación musical en España. El 29 de agosto el grupo La Unión iba a dar un concierto en Tordesillas. La presión de sectores animalistas, opuestos al toro de la Vega (una auténtica salvajada justificada con la necedad de la tradición)ha logrado que el grupo cancele una actuación que se enmarcaba en su gira estatal. Aquí no hay editoriales escandalizados y sí comentarios felices por un nuevo paso en la lucha, elogiable, contra el sufrimiento animal. De hecho 200 artistas propusieron en julio sustituir el lanceamiento del toro por un festival gratuito llamado "Rockinvega". Todo muy comprometido y bienintencionado. Y a costo cero. O mejor aún, con saldo positivo para la consideración social del artista en cuestión.
Es mucho más plácido que tomar partido en conflictos más complicados y reales, los que se dan entre los grupos humanos que sojuzgan y otros que sufren ese sometimiento. Aquellos donde mojarte puede suponer  el ostracismo o un camino más complicado donde los contratos mermen. O, como en el caso de las críticas al estado de Israel, el linchamiento por parte de sus panegiristas nombrándote con la palabra tabú desde el holocausto nazi y que tan buenos dividendos intelectuales ha dado al estado de Israel: antisemita. 


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