martes, 11 de agosto de 2015

Jorge ante la mujer del César: breves impresiones y alguna pregunta

El último producto de esa gran factoría de los escándalos que es la escena política nacional, tiene en sus entrañas la norma que pendía sobre la cabeza de la mujer del César acerca de que su honradez debía ser no sólo privada sino, por encima de todo, pública. La frase de don Julio (que desconozco si se aplicaría a sí mismo) nos viene a decir que lo importante es la aparente dignidad, ante la galería de ojos que nos escrutan, del cargo que se detenta. A Julio César probablemente le importara un bledo el vicio privado de su cónyuge mientras transmutara en virtud ante el pueblo o ese ente que hoy se conoce como opinión pública.
Jorge, en el cenit de su carrera política, ha recibido en su despacho ministerial a Rodrigo, que tras serlo casi todo y estar a punto de detenerse en su casilla de presidenciable esa ruleta de la fortuna que fue el dedo aznariano, hoy pertenece a la raza de los parias que lamen sus heridas por las esquinas de su yate entre chapuzón y chapuzón. 
Cuando conocí la noticia yo también me escandalicé. Pensé que esta gente pepera, envalentonada por el sondeo del CIS que los aupa a lomos del empleo precario y una cierta impermeabilización social, por saturación, hacia la corrupción, se habían apostado unos con otros, en un receso del consejo de ministros, la posibilidad de ver quién aprieta más la tuerca. 
Con el paso de los días mi escándalo se enfría en un gesto entre cansado y escéptico. En resumen, aunque quizás sea necesaria, me repatea que el foco hipócrita se sitúe en la supuesta virtud aparente de la cesarina. Si Rato tiene que mandar o recibir mensajes del gobierno o de personas de la cúpula del PP seremos muy incautos, lindando con la candidez, si pensamos que los diferentes interlocutores no tienen, y usan, cauces diversos para establecer esa comunicación y transmitirse todo aquello que les plazca o consideren necesario. 
Ambos se conocen hace 30 años y el ministro ha actuado con descaro incompleto. Si asumes recibirlo, ante la situación jurídica del personaje debes sacar un comunicado inmediato, no a posteriori. El error del ministro es no quedar en un territorio particular, pues se supone que su despacho está para actividades propias de su cargo y no para recibir a un amigo atribulado con el que probablemente sientas la solidaridad melancólica de la irreversibilidad de la sesentena. No olvides, Jorge, que la posible lista de imputados que soliciten que les recibas en sede oficial puede ser muy larga. 
Acabo con un par de impresiones, de componendas mentales mías: 
1. Me parece mucho más atroz y esencialmente más corrupta la mediáticamente silenciosa bajada salarial que han tenido los trabajadores en los últimos años mientras, en el mismo periodo (desde 2008), han aumentado los emolumentos de los cargos directivos y el número de ricos ha crecido un 40%.
2. En febrero de 2014 el Ministro del Interior otorgó a la Virgen María la más alta distinción policial. ¿Qué es más reprobable,  qué debería empujarte con más fuerza al abismo de la dimisión: recibir al muy humano Rato o condecorar a alguien que habita en el estricto territorio de la creencia?

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