sábado, 17 de octubre de 2015

De la escatología en la toma del cielo por asalto

El 12 de octubre, en su facebook, Willy Toledo se cagó, literal y reiteradamente, en "todo lo que se menea" (fiesta nacional, monarquía, conquista de América y hasta en la Virgen del Pilar).
Imagino, siendo quizás un poco aventurado, que, en lo personal, es una espita, una válvula de escape, un regulador del humor corporal que conecta con nuestro espíritu, pregonar a los cuatro vientos la hartura, la mezcla de tristeza y ebullición que te producen ciertas ideas imperantes, repetidas por todos los grandes medios de comunicación, que marcan, con muy escaso contrapeso, la ideología dominante entre la gran mayoría de la población. Desde posiciones de la izquierda transformadora, creo que casi todos hemos sentido en muchos momentos esa ira con lo que nosotros pensamos que son unas generalizadas tragaderas sin fondo con todos aquellos oligarcas (y sus gestores PP y PSOE, quizás con el pronto auxilio de ese apuntalador del edificio que es Ciudadanos) que han llevado a este país a tener trece millones y medio de personas en la pobreza y en riesgo de exclusión, la cifra más alta de la historia del estado español. Y ante esta realidad surge el exabrupto lleno de rebeldía, ira y malsonancia de Willy. Un grito que conmociona a los sectores politizados de la población. Surge el coro de fieles dispuesto a unirse a una insurrección defecatoria que inunde de mierda todos los "palacios de invierno" que en el mundo son metáfora de la injusticia y la opresión. Surge el coro de ejecutores voluntarios que piden la muerte civil de Willy, vía condena social ("este tipo está loco") o vía judicial (ya tiene varías denuncias en el juzgado, aunque en enero todos éramos Charlie y defendíamos la libertad de expresión a marchamartillo).
No pretendo la equidistancia. Ninguno de los símbolos que Willy rechaza me es querido. Sé que representan una España rancia que une una institución caduca, y restaurada en este país por el fascismo, como la monarquía, con una fecha que marca una anexión territorial imperialista que provocó millones de muertos (circunstancia ya narrada en el siglo XVI por Fray Bartolomé de las Casas en su "Brevísima relación de la destrucción de las Indias"). A estos dos elementos se uno el factor religioso que representa la Virgen del Pilar.
Así, la corona, la espada y el báculo cristalizan como ejes vertebradores, cuarenta años después de la muerte de Franco, en el día nacional de España. Un día que ni se nutre ni conmemora ninguna rebelión popular contra las injusticias seculares. Un día donde lo más aclamado es un cuerpo del ejército machista y nacido para las guerras coloniales, que desfila a toda pastilla y tuvo este año el raro gesto de cachondeo de llamar a su chivo (¿expiatorio?) Pablo. Un día donde más de mil personas rinden pleitesía al único cargo publico cuyo acceso es vitalicio y por vía genital. O sea, repitiendo la frase: nada que celebrar.
La parte  del texto de Willy que quizás ha molestado más ha sido su referencia escatológica a la Virgen del Pilar. Primero quiero destacar la hipocresía. En este país, con la lógica de ser históricamente católico y la necesidad de cabrearse con la figura del padre, de quién, para el bien y el mal, nos tutela, ha sido muy habitual la blasfemia. O sea, cagarse en dioses, vírgenes y santos lo hemos oído todos en múltiples ocasiones. Sospecho que el ateo, condición de Willy, defensor de la inexistencia de fuerzas sobrenaturales, tiene, si quiere, con respecto al creyente, más necesidad de la pedagogía que del insulto. Sí, cuando cubres de improperios a la Virgen del Pilar, en Canarias sería la Virgen del Pino, no atentas contra una idea política en la que la gente no interioriza e incluso admite el "calentón" del insulto, atentas contra un sentimiento enraizado en amplias capas de la población y logras un efecto fortificación. Leí el otro día que Ho Chi Minh, líder de los comunistas de Vietnam en su lucha contra la intervención de EEUU, recomendaba a sus correligionarios no ser prepotentes, respetar las creencias de los campesinos y usar la vía del convencimiento, no la de la ofensa o el desprecio. 
Es tan necesaria la libertad de creencias como que ninguna de ellas tenga algún tipo de oficialidad estatal. La Asociación Española de Guardias Civiles ha solicitado a la fiscalía que proceda contra Willy Toledo por "vomitar improperios" contra símbolos religiosos de la Guardia Civil. Ese es el el problema, la Guardia Civil, como organismo público, no debe tener patrona o símbolo religioso oficial alguno. Cada miembro individualmente puede profesar la creencia o no creencia que estime. Si alguien osara cagarse en Santo Tomás de Aquino, oficioso patrón del gremio profesoral, no imagino, espero, a ningún sindicato del sector solicitando la actuación de la fiscalía para que encarrile por la vía penal al deslenguado. 
Acabo. Este es un curioso país donde el insulto o hacer humor a través de las redes con temas cuasi sagrados puede traerte grandes dificultades y llevarte incluso al banquillo. En cambio, una actuación con pelotas de goma por parte del cuerpo policial que pide encausar a Willy, con el trágico resultado de 15 inmigrantes ahogados, no merece ni siquiera la celebración de un juicio que dilucide todas las responsabilidades. La verdad es que dan ganas de soltar un par de barbaridades...

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