viernes, 27 de noviembre de 2015

Molero y el Rambo del Bierzo

El militante de Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), Francisco Molero, participó en abril de 2013 en una convocatoria llamada "Rodea el Congreso". En el curso de la misma fue detenido y acusado de lanzar piedras y causar lesiones a tres policías (contusiones y una rotura fibrilar según la sentencia). La Audiencia Provincial de Madrid le ha condenado a 5 años de cárcel y 16.000 euros de multa. El encausado denuncia que todo es un montaje y que tras la detención sufrió vejaciones y malos tratos. Según parece, en el juicio la principal prueba de cargo fue la propia palabra de los policías. Aquí quiero hacer un pequeño inciso y destacar que en este país hace mucho tiempo que el periodismo dice amen a las notas o informaciones de origen policial como si constituyeran fuentes de donde manaran verdades absolutas e incontestables. Aparte de la perorata constante acerca de su abnegado trabajo, que no minusvaloro pero que tampoco elevo a ningún altar, la policía, guste o no, es una herramienta del poder y como tal es, en muchas ocasiones un valioso instrumento político. Volviendo al asunto de la sentencia judicial, y obviando la credibilidad que para algunos tiene el luchador por un orden social más justo o la que poseen los guardianes, les guste o no, del status vigente, la condena a Molero es más salvaje que su hipotético lanzamiento de piedras. Hablamos de más de 1.800 días (véanlo desde esta óptica) de prisión por lanzar piedras y originar algunos moretones. ¿Tan peligroso es Molero que hay que apartarlo de la circulación todo ese tiempo? Tengo claro que esta sentencia forma parte de un rosario de condenas que van saliendo a la luz como aviso a navegantes por mares procelosos, navegantes que en algún momento puedan dejarse llevar, aunque sea mínimamente, por una especie de rabia social.  No dejo de preguntarme, comparador nato, porqué aquí Molero es un cuasi terrorista y si hubiera estado en febrero de 2014 en Kiev, derribando a un presidente elegido democráticamente, tendría la consideración de luchador por la libertad.
Tras la cruz roja de Melero les traigo la cara azul (o parda) de un tipo simpático al que llaman el Rambo del Bierzo. Por cierto, se llama Miguel Ángel Reguera, pero en la mayoría de los medios que he consultado aparecen sólo sus iniciales, hecho que no sucede con el militante izquierdista del SAT. En una de sus fotos comprobarán (en google escriban Rambo del Bierzo) que su habitáculo y su cuerpo son templos de la simbología nazi. Parece un delito de odio andante, tatuado con la esvástica y la siniestra doble ese afilada. Que es una bellísima persona, dicen sus complacientes y firmantes vecinos encabezados por el señor cura. Que le gustan esos símbolos pero no la ideología perversa que encarnan. Y yo no dudo que ayude a cruzar la calle al desvalido. Eso seguro que lo hace hasta algún infame yihadista. No obstante, sin ser baladí, el asunto crucial no es su parafernalia fascista. El problema es que este ser bondadoso tenía en su casa un arsenal que constaba de 15 armas de fuego (11 de ellas largas), 68 armas blancas, 501 cartuchos de munición (algunos de guerra) y casi 22 metros de cordón detonante. En uno de los vídeos se le observa, con dos fusiles, al más puro estilo pistolero del Viejo Oeste, partir un árbol por la mitad. Este individuo, previo pacto con la fiscalía ha sido condenado a dos penas de dos años de cárcel. Esta circunstancia, que ninguna supere el par años, le permitirá "acogerse al beneficio de solicitar la suspensión del ingreso en prisión". O sea, que igual no pisa la cárcel. Insisto en mi mantra de siempre: es complicado que un fascista entre en prisión en España.
Comparando los precios a pagar, parece más peligrosa la paleolítica guirrea, nombre que se da en Canarias a una contienda a pedradas entre muchachos, que el adulto fusil contemporáneo.

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