jueves, 24 de diciembre de 2015

Las reinas magas, la niña Jesusa y un par de obispadas

Cuando leí la noticia esbocé una sonrisa.
Hace justo dos años, con la osadía de no ser nadie, me permití publicar en mi callejón suburbial, de esta ciudad inacabable y repleta de avenidas infinitas, un cuentillo navideño, fruto de una noche donde, alentado por el fuego etílico, caí en el postureo intelectualoide. Y como a nadie, salvo a mi inexistente crédito como literato, perjudicaba, seguí p'alante con éste, mi pequeño ejercicio de desafío (no soberanista).
El fruto fue, de ahí mi sonrisa, un textito que titulé "Las reinas magas". http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/12/las-reinas-magas.html
Este próximo 5 de enero, si la autoridad confluyente no se retracta, y sin reconocer mi pensamiento precursor, en los distritos madrileños de San Blas y Puente de Vallecas van a desfilar un par de magas que, para mitigar un cierto escándalo de las gentes de bien, en vez de ir como reinas, haciendo un ejercicio de travestismo inverso,  aparecerán ante la multitud infantil como reinones.
Rubén Amón, articulista de El País, ante la irrupción de las magas, después de un par de milenios de ostracismo,  ha escrito un texto que se titula: "¿Ha nacido la niña Jesusa?". Me ha parecido tan sugerente el título que, por miedo a influenciarme en exceso o decepcionarme, no me he atrevido a leerlo. 
Probablemente si el haz luminoso del espíritu santo hubiese errado el tiro fecundador, su padre, empeñado en el varón, habría permitido el triunfo de la sanguinaria mano de Herodes. El exitoso monoteísmo cristiano, basado en el más minoritario judío, y antecesor del islámico, supuso el inicio del fin, en el mundo occidental y sus grandes áreas de influencia, de los politeísmos y, lo que quizás es mucho peor, de las diosas. Esté término ha quedado reducido al mundo de la obnubilación amorosa o el erotismo. 
Tan inconcebible como la niña Jesusa o mi sueño de las magas, debería ser el niño Jesús y la carencia de mácula de María. El único papel protagonista que tiene la mujer en todo el entramado cristiano de creencias es el de recipiente intacto. 
Tal vez si Jesús, aceptando su existencia, hubiere nacido Jesusa, el desarrollo de ese entramado llamado Iglesia Católica no podría haber desembocado, más de dos mil años después, y cuando la ciencia es una realidad esencial en la cotidianidad, en que uno de sus mandamases, un supuesto pastor de almas, sea una persona con el pensamiento de Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, que, con enorme falta de caridad hacia los deseos de maternidad o paternidad de algunos de sus semejantes, tacha la fecundación in vitro de "aquelarre químico de laboratorio". Una especie de culmen orgiástico de espermatozoides íncubos y óvulos súcubos. También nos muestra su visión de la familia. El hombre "aporta particularmente la cobertura, la protección y la seguridad". La mujer "tiene una aportación específica, da calor al hogar, acogida, ternura". Un clásico de la biblioteca básica de la Sección Femenina: el guerrero lacerado y la dama que sana con ungüentos y dulces palabras.
Hablando de sanar, un igual jerárquico al señor Fernández, el obispo de San Sebastián, Jesús Munilla,  ha dicho que los resultados electorales del 20D son "el reflejo de una sociedad enferma". Sospecho que el señor obispo no detectó tras las elecciones de 2011 síntoma de quebranto en la salud moral de las Españas. No obstante, le reconozco que, en mi arrogancia, yo también he tenido a veces ese pensamiento. Aunque barrunto que usted y yo disentiríamos en que parte del cuerpo (electoral) está enfermo.  

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