sábado, 23 de enero de 2016

Pescuezos estratosféricos

Hace unos días la sección española de la ONG Intermon Oxfam presentó un informe sobre la desigualdad social, tanto a escala planetaria como en el ámbito del estado español. 
Y el asco se cimenta. Sólo un dato (por ahora): esa pequeña y exclusiva "nación" que conforman las 62 personas más ricas del mundoposee tanto como los 3.600.000.000 más pobres (la mitad de la población).
Pero me interesa seguir otro camino.
En 1789, uno de los diversos detonantes de la Revolución Francesa fue la que, históricamente, se conoce como "revuelta de los privilegiados". El estado francés estaba casi en bancarrota. Había que buscar recursos financieros y el ministro de Hacienda, Calonne, volvió su mirada hacia los dos estamentos estamentos privilegiados: nobleza y clero (3 ó 4% de la población). Entre sus diversos privilegios tenían uno antiquísimo y supremo que hundía sus raíces en el Medievo: la exención de pagar impuestos. Los dueños de enormes latifundios en los que explotaban de manera inmisericorde a grandes masas de campesinos, no aportaban nada a las arcas estatales. Ante la negativa tajante de ambos grupos a ver alterado su status quo, se produce la convocatoria de los Estados Generales. Reunión de representantes de los estamentos ya citados a la que se añadían los delegados de ese cajón de sastre que era el Tercer Estado o Pueblo Llano: la pujante y encorsetada burguesía, los artesanos, los trabajadores urbanos y, numéricamente muy destacados (80% de la población), los campesinos. Tras constituirse el pleno, y producirse enfrentamientos acerca de como votar entre los estamentos privilegiados y el Tercer Estado, quizás alentado por las dos primera línea del célebre texto de Sieyés ("¿Qué es el Estado Llano? Todo. ¿Qué ha sido hasta el presente en el orden político? Nada"), éste decide marcharse y constituirse en Asamblea Nacional, embrión de la Revolución Francesa y evento fundacional, junto al mítico asalto a la Bastilla, de la contemporaneidad. Podemos decir, con muchos matices (más pronto que tarde la nobleza y la burguesía se alían para combatir al emergente proletariado), que a los privilegiados les había salido el tiro por la culata o, si se quiere, que la avaricia, aunque sea momentáneamente, les rompió el saco, e hizo a más de uno, en un sentido nada metafórico, perder la cabeza.
¿Por qué se me ha cruzado en la mente el hecho histórico que acabo de referir, con la creciente desigualdad que refleja el estudio citado al inicio? Intentaré explicarme. En los años 80 del siglo pasado Margaret Thatcher y Ronald Reagan, como figuras visibles, llevaron a cabo la gran rebelión triunfante, a nivel mundial, de los últimos 40 años: la conservadora. Tras las décadas de los 50, 60 y 70, cuando la socialdemocracia europea, quizás espoleada por los derechos sociales existentes en el campo socialista (el debate nacido de la imagen de Bescansa, sobre la conciliación de maternidad y vida laboral, lo tenían resuelto los países del Bloque del Este. La mujer trabajaba en todos los campos de la producción, existiendo en los lugares de trabajo, cuando aquí el trabajo femenino era ínfimo y focalizado, guarderías gratuitas), había logrado mitigar, principalmente con políticas fiscalmente progresivas e intervención estatal en ámbitos básicos de la economía y la sociedad, la desigualdad brutal que genera el capitalismo. En los 80 se inició un camino que, más allá de resistencias activas en determinadas zonas del planeta, como las experiencias progresistas de Sudamérica, aún seguimos recorriendo: el de una riqueza cada vez peor repartida. Día a día "nuestros" privilegiados nos siguen ganando la partida. Una noticia publicada el 15 de agosto por la BBC lo refleja con nitidez: "(...) si hace 50 años los principales ejecutivos recibían un salario de cerca de 20 veces más que el de su empleado medio, en 2013 la brecha promedio es de hasta 300 veces más (...)". 
Cierto que su marcha triunfal es más acusada en unos países que en otros. En este punto arribo al estado español, donde el triunfo se convierte en apoteosis sintetizada en algunos datos manifestados por Intermón Oxfam. Uno que ya se conocía desde el año pasado y que resalta la "enorme" igualdad que existe entre los españoles: 20 personas de este país tienen la misma riqueza que los 14.000.000 más pobres. Otro que nos muestra la relatividad del concepto crisis: en 2015 el 1% de la población incremento su riqueza un 15% y el 99% la vio disminuir en idéntica proporción. Otro más que nos pone, rojo sobre gualda, el patriotismo del dinero español: la inversión desde España hacia paraísos fiscales creció un 2.000% en 2014. Y un último que nos muestra que somos una gran nación en materia de fiscalidad regresiva: 9 de cada 10 euros recaudados en el estado español salen del bolsillo de los trabajadores, y menos de 1 euro proviene de los rendimientos del capital.
Los cuellos de los privilegiados franceses del siglo XVIII estuvieron, fugazmente, al alcance del pueblo llano. La Revolución Rusa hizo que también a algunos, en muchos lugares del mundo, no les llegara la camisa al cuello. Hoy, sin querer dar ideas, no sean mal pensados, esos pescuezos apátridas habitan en la estratosfera. Lugar desde el que se verá, con curiosidad entomológica, la agitación y el colorido del hormiguero humano. Y donde sospecho que debe ser absolutamente incomprensible, o harto gracioso, no sé que es peor, oírnos hablar todo el día democracia. Incluso soy capaz de imaginarme sus risotadas cuando alguna hormiga se puso morada (no sé de qué), y farruca, planteó asaltar los cielos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario